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martes, 23 de abril de 2013

El plan “secreto y sigiloso” de los que mandan para acabar con nosotros


Diferencias entre Economía Liberal y Neo-liberal.

El Liberalismo surge como teoría filosófica a finales del siglo XVIII con motivo de la lucha contra el feudalismo que privaba al ser humano de todas sus libertades.

La Economía Neo-liberal no surge de ninguna teoría filosófica, sino del oportunismo de los sentimientos de egoísmo y avaricia del ser humano. Es sencillamente una expresión de la inmoralidad de la que es capaz el ser humano, manifestada a través de la técnica económica que eleva los intereses económicos a escala divina por encima de cualquier otra libertad.

Las diferencias más evidentes entre ambas, respecto a algunas materias, son las siguientes:

materias
LIBERAL
NEO-LIBERAL
Competencia
competencia perfecta como regla. Existen reguladores para evitar la consecuencia de la competencia imperfecta:  los monopolios
monopolios como regla (competencia imperfecta). desregulación de la economía con en el fin de concentrar los sectores de producción en pocas manos.
Política monetaria
el dinero lo emite y respalda el Estado y es un medio para realizar las transacciones de compra y venta en el mercado productivo (bienes y servicios).
el dinero lo emiten los bancos y es un fin en sí mismo usado para especular. Gran parte del dinero es virtual y no tiene respaldo alguno.
Libertades
la libertad humana se considera como un todo irrenunciable; y por ello, la defensa de libertades económicas, como el derecho a la propiedad, es sin duda legítima y necesaria, pero se inscribe y subordina a aquella más grande conquista histórica del liberalismo: la defensa activa e incondicional de todos los derechos humanos, sin excepción.
la libertad económica es la fuente de toda libertad, y no está subordinada a los derechos humanos. Inculca el pensamiento único, concentra el poder en manos de unas pocas organizaciones [políticas y privadas] y priva a las personas de su libertad.
Estado
El Estado es soberano. Interviene en los desequilibrios sociales y recesiones económicas del país.
Pérdida de la soberanía del Estado. Sólo participa para socializar las pérdidas del mercado financiero.
Valores
la libertad, la autonomía y la autodeterminación
el desempeño económico-financiero, el éxito material y el consumo grosero.


Miguel Ángel Escobedo Cortés


viernes, 19 de abril de 2013

La Gran Estafa

Documental que explica cómo el sistema monetario (apoyado incondicionalmente por la clase política) manipula y controla las condiciones de vida de millones de personas en el mundo. 

Se divide en seis partes:

1. Bretton woods
2. El dinero
3. Teoría de las puertas giratorias
4. Los paraísos fiscales
5. El problema
6. Las soluciones

Nos quieren hacer creer que es una crisis que ha llegado de la nada. Sin embargo, no se trata de una crisis casual, más bien podríamos aseverar que vivimos una de las mayores estafas financieras de la historia que vamos a pagar los de siempre: la cada vez más debilitada clase media.






sábado, 6 de abril de 2013

El gran agujero negro de la economía-ficción.



El Estado no deja caer a los bancos en quiebra por la sencilla razón de que no tiene el dinero líquido suficiente para atender los depósitos de los ciudadanos. La declaración de insolvencia del banco es necesaria para que el Fondo de Garantía de depositos actúe hasta el límite de 100.000 euros. Al no haber declaración de insolvencia el FGD no se ve en la obligación de actuar y por ello los depósitos de los ciudadanos tendrán que ser garantizados con acciones y valores financieros de la entidad en cuestión.

Es decir, que dentro de no mucho, cuando la madre de las burbujas explote, los ciudadanos que tengan ahorros los van a ver convertidos en una especie de "preferentes" que su Banco pondrá a su disposición a cambio de su suculento dinero, el cual se habrá esfumado por el desagüe de los mercados.

(más información pinchando en la foto)

Por un mundo real, basado en cosas reales y en dinero de verdad.


La economía en la que estamos todos tiene la necesidad de crecer continuamente. Esto provoca que se vaya perdiendo paulatinamente el valor del dinero. Eso genera que aquellas retenciones que se asignan a las pensiones, realizadas en la nómina de los trabajadores, vayan perdiendo valor por esta circunstancia de crecimiento económico.

Por este motivo, nuestro país adoptó hace tiempo el llamado “sistema de reparto continuado” de las pensiones. Este se basa en la solidaridad y cooperación de todos los españoles  con sus mayores para que estos puedan disfrutar de una pensión digna sin los perjuicios que les ocasionaría la pérdida de valor del dinero que aportaron para sus pensiones. En este sistema, los pensionistas reciben sus pensiones de las retenciones en nómina que se les hace a los trabajadores. Así el pensionista puede recibir una pensión actualizada al nivel económico actual.

Del mundo anglosajón nos viene otro sistema diferente, basado en el egoísmo y la competitividad de unos mercados especulativos que sólo persiguen el interés propio y los beneficios indecentes a corto plazo. Este es el “sistema de capitalización” de las pensiones.  En dicho sistema el trabajador recibirá su pensión de lo que él mismo aporte a un plan de pensiones privado. Y ahora surge la pregunta: ¿cómo se soluciona el problema de pérdida de valor del dinero aportado de cara a recibir una pensión en el futuro? La respuesta es sencilla: a través de la especulación. Lo invertido en estos fondos se utiliza para especular con bonos de deuda, petróleo, empresas, inmuebles, y hasta con alimentos como el grano (trigo, cebada, arroz, centeno, etc.)

En una nómina prácticamente el 50% de su valor bruto se destina a retenciones que van a impuestos que nutrirán las pensiones actuales. Es decir, de una nómina de 1.000 euros, alrededor de 500 euros van a impuestos. Entonces, ¿qué se espera de una aportación de 50 euros a un plan de pensiones privados? Pues se espera que quien esté a cargo de dicho fondo sea capaz de mover esos cincuenta euros y, especulando, los convierta en quinientos euros.

La especulación de un mercado financiero feroz como el de hoy trae consecuencias, no sólo para nosotros, sino también para el de nuestros hijos. El dinero no puede seguir siendo un fin en sí mismo, sino un medio, una herramienta que sirva al verdadero fin: la satisfacción de las necesidades humanas básicas.

Por ello, manifiesto mi apoyo a la existencia de un mundo real basado en relaciones humanas, con una economía real basada en los principios de fraternidad, solidaridad y colaboración, y con un dinero real que sirva como medio para la producción de bienes y servicios no especulativos.

Miguel Ángel Escobedo Cortés

miércoles, 6 de febrero de 2013

Comparecencia Ada Colau en el Congreso de los Diputados



                               Audio  SoundCloud

John Ralston Saul


John Ralston Saul: “No hay razón para salvar a los bancos”




La persecución del Santo Grial del crecimiento es un error; la economía se ha convertido en asunto de ficción; el dinero ya no representa nada real; hay que reconsiderar qué es una deuda y qué papel deben desempeñar los bancos en un nuevo mundo. Estas son algunas de las ideas que vertebran el pensamiento de John Ralston Saul, escritor, ensayista y filósofo canadiense al que la revista Time calificó de “profeta”.
Por alternativo que pueda resultar su discurso, Ralston está lejos de ser, a sus 64 años, un perroflauta. Alto, delgado y de elegantes andares, acompaña su aspecto de dandi con un discurso sin paños calientes. No reniega del capitalismo; de hecho, reivindica a uno de los referentes del liberalismo, Adam Smith. Pero propone medidas como que se rescate a los ciudadanos desahuciados o sepultados por una hipoteca en vez de salvar a unos bancos que solo conseguirán que la espiral de la deuda siga creciendo.
Una cita poderosa encabeza su último libro, El colapso de la globalización y la reinvención de mundo: “Todavía no entiendo del todo por qué ocurrió. Alan Greenspan, 23 de octubre de 2008”. La frase del exdirector de la Reserva Federal estadounidense da la medida del desconcierto que ha creado la crisis, incluso entre aquellos que la incubaron. Y a ese desconcierto es a lo que se viene enfrentando en los últimos años este pensador canadiense que nada a contracorriente.
PREGUNTA: Estamos inmersos en un periodo negro de la economía, y no parece que las cosas mejoren sustancialmente, ni en el mundo, ni en España, ni…
RESPUESTA: Existe una nueva religión absoluta del crecimiento, el comercio, la santidad de la deuda y de los contratos comerciales, con la que intentan hacernos creer lo inteligentes que son los políticos y lo estúpidos que somos los demás. Da igual lo mala que sea la situación actual, ellos siguen aplicando las mismas recetas, haciendo lo mismo. Eso es lo que se está haciendo en España y en todas partes. El sistema avanza en la misma dirección. Los problemas que hay se están agravando. Nadie reconoce cuál es el auténtico problema. El crecimiento no nos va a sacar de donde estamos; la austeridad, tampoco. Veremos cómo resisten todo esto las democracias. Están poniendo la democracia en peligro.

El crecimiento no nos sacará de donde estamos; la austeridad, tampoco”
Ralston es un hombre de discurso ágil y fluido, sin pelos en la lengua. Nos encontramos con él en el restaurante de un céntrico hotel de Barcelona. La revista norteamericana de pensamiento alternativo Utne Readerle situó entre los 100 pensadores y visionarios más importantes del mundo. Autor de 16 libros (entre ellos, el ensayo filosófico Los bastardos de Voltaire. La dictadura de la razón en Occidente) y de cinco novelas que han sido traducidos a 22 idiomas, Ralston Saul es además el presidente del PEN International, asociación de escritores que data de 1921 y lucha por la libertad de expresión en todo el mundo.
En 2005, tres años antes de que se desencadenase la crisis, publicó el libro El colapso de la globalización y la reinvención de mundo, del que lleva vendidas 400.000 copias, según los datos que facilita su editorial, RBA. En él analizaba el fracaso de los criterios que guían el sistema de relaciones económicas y financieras entre países, explicaba la crisis de un modelo y anticipaba un colapso. En 2009, a la vista de que algunas de sus predicciones se habían cumplido, reeditó con añadidos un libro que llega ahora en su versión española, con un prólogo que aborda cuestiones como el rescate de Bankia.
P: En el libro sostiene usted que el dinero no es real y que nos hemos convertido en sus esclavos. Habla de que vivimos en una economía ficticia. Y dice que en los años setenta el comercio era seis veces el valor de los bienes y que en 1995 era 50 veces más. ¿Cuántas veces más lo es ahora?
R: Nadie lo sabe, pero debe de estar alrededor de 150. Lo más vergonzoso es que los números no están disponibles, o al menos yo no he podido encontrarlos.


P: ¿Y eso qué significa?
R: La ironía es que la globalización ha conducido a lo opuesto de lo que prometía. Prometió competencia, y ha causado el regreso a los oligopolios; prometió renovación del capitalismo, y ha supuesto la vuelta al mercantilismo; prometió el final del nacionalismo feo [sostiene que también hay un nacionalismo positivo], y ha traído la era más nacionalista desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Prometió crecimiento, no tenemos crecimiento; prometió empleo, no tenemos empleo… y así se puede seguir con la lista. Nada de lo prometido ha ocurrido. Dijeron que con el keynesianismo se imprimía mucho dinero; que había que controlar el dinero en circulación y que eso haría funcionar la economía. El hecho es que todo este periodo ha llevado a la mayor expansión en la cantidad de dinero en la historia del mundo, hemos visto cientos de ejemplos de nuevos tipos de dinero: las tarjetas de crédito, los bonos basura, los derivados… Todo eso es imprimir dinero, pura inflación de la cantidad de dinero. El argumento capitalista era que el dinero era lo que engrasaba la maquinaria. Pero llegado un momento dijeron: el dinero es real, por eso es bueno tener a gente trabajando en el sector financiero. ¿Las fusiones y grandes adquisiciones de empresas?: eso es im­primir dinero. Cada vez que una compañía compra otra y se endeuda en, digamos, 700.000 dólares, eso quiere decir que se acaban de imprimir 700.000 dólares, acaban de crear 700.000 dóla­res que antes no existían. Nunca tuvimos tanto dinero circulando en el mundo y tan mal repartido. Y por eso cuando ocurre la crisis, la gente que es parte de esa lunática inflación dice: hay que salvar a los bancos.
P: ¿Y no hay que rescatar a los bancos?
R: No hay razón para salvar a los bancos, no necesitamos tanto dinero. Lo razonable habría sido aprovechar la oportunidad para limpiar el desorden. No hay más que tomar el ejemplo español de Bankia. Una buena política habría sido, por ejemplo, que el Gobierno anunciase que pagaría todas las hipotecas hasta una cantidad determinada, pongamos 300.000 euros. Das el dinero a la gente que está en su casa y que tiene una hipoteca, y de hecho salvas a los bancos: es el ciudadano el que da el dinero a los bancos al cancelar su hipoteca. De pronto, la gente ya no tiene deudas y puede gastar lo que gana. Así es como se crea una clase propietaria y además se relanza la economía. Es tan simple.
P: ¿Y eso es posible?
R: Por supuesto. Para mí la pregunta es: ¿es posible que demos todo ese dinero a los bancos, que fueron los que crearon el problema, para que no se gasten ese dinero y para que continúen autoconcediéndose enormes bonus? ¿Es eso posible? ¿Es eso legal? ¡Vamos, denme un respiro! Hay otra opción: no queremos salvar a todos los bancos, no queremos tanto dinero, así que paguemos 150.000 euros de esas hipotecas y cancelemos el resto de la deuda, 150.000. Los Gobiernos tienen el poder para hacerlo. De ese modo, 150.000 euros no vuelven a los bancos, limpias el sistema bancario y reduces la cantidad de dinero que circula, que es algo positivo.


P: ¿Ah, sí?, ¿y dónde están esos conservadores y liberales que piensan así?R: Habría que estudiar los números. La política económica es intentar mover las cosas en una buena dirección. No significa hacer exactamente lo mismo en cada sitio, ni significa que tengas que hacerlo todo a la vez. Resuelves primero ese gran problema y luego haces un programa para alquileres de forma que la gente pueda comprarse la casa que está alquilando. Se pueden hacer más cosas. Por ejemplo, dar una renta mínima a la gente en vez de que tenga que hacer colas para acceder a prestaciones, subsidios y ayudas, en vez de humillarla examinando sus requisitos una y otra vez; ayudas que además resultan caras de administrar… Muchos conservadores, liberales y socialdemócratas responsables están de acuerdo en que sería mucho mejor una renta garantizada anual. Supondría liberar a la sociedad, devolver a la gente el respeto por sí misma. La gente humillada o marginada se sentiría parte de la sociedad. Es curioso, pero hay mucha gente que está de acuerdo con estas ideas.
R: ¡En todas partes! No están entre los neoconservadores, pero sí entre muchos conservadores. Muchos empresarios creen en esto. Pero como el debate se pierde en los pequeños detalles y la idea dominante es que hay que reducir el peso del Estado, nadie pone estas cuestiones sobre la mesa.
P: ¿Qué posibilidades hay de que algo como lo que relata se pueda llevar a cabo?
R: Hay posibilidades, por supuesto; han sido posibles muchas otras cosas en los últimos años. Por ejemplo: la clase directiva del sector privado ha conseguido, presionando a los Gobiernos, regulaciones que han convertido el fraude en algo legal. Ahí están esos consejeros delegados percibiendo bonus y participaciones en las acciones, ganando millones cada año: ¡pero si solo son gerentes! Están en el puesto por cinco años, se irán a jugar al golf cuando se retiren, ¡no son nadie! ¡Nadie conoce sus nombres, no han hecho nada en particular! ¿Deberían cobrar esos bonus cuando la empresa va mal? Ese no es el debate. El debate es: ¿deben recibir bonus? ¡Si ya les han pagado! Han usado su influencia para cambiar el sistema impositivo en todos los países para no tener que pagar demasiados impuestos por esos bonus. Eso es fraude. Probablemente, los dos ejemplos más evidentes de fraude desde la Segunda Guerra Mundial son: el cambio en las disposiciones de ingresos de los directivos, fraude evidente hecho legal, y la transferencia de la deuda privada de los últimos años al sector público.
P: La Unión Europea está corroída por la deuda…
R: Hay quien plantea los eurobonos como solución a la crisis europea. ¿Estamos de broma? Yo digo: acabemos con la deuda. No pueden admitir que se han equivocado, así que hacen como que los bonos son algo que les permite coger toda la deuda, colocarla en los bonos y venderlos. Están colocando a la civilización europea bajo el peso de una deuda que no existe. Si tuvieran algo de imaginación y algo de coraje, convocarían una cumbre y dirían: sí, los españoles han hecho mal esto, y los griegos han hecho cosas horribles con esto, pero ninguno de nosotros es una parte inocente; ¿cómo podemos resetear el reloj? Básicamente, vamos a envolver parte de esta deuda en un sobre, escribiremos en el sobre la frase “Esto es muy importante”, lo pondremos en un cajón, lo cerraremos y tiraremos la llave. ¡Hay que pasar página, hay que superarlo! En vez de esto, están intentando volver a hacer lo mismo que vienen haciendo durante años, pero como si no lo hicieran.
P: Una propuesta sorprendente…
R: La mía es responsable y honesta. Ellos están haciendo una propuesta delirante e increíblemente complicada que no va a funcionar y que no nos lleva a ningún sitio. Y en el camino hacen que la gente sufra. ¿Qué piensan que van a decir los griegos cuando les reduzcan el salario mínimo en un 22%? Está claro que esto es como una cuestión religiosa. Como la economía es la nueva religión, han aplicado la moral a la economía. La deuda pública tiene peso moral, pero la privada no. ¿Cómo se come eso? Este es uno de los fracasos de la globalización. Si el sector privado se puede librar de la deuda, el sector público también.
P: Pero entonces, ¿qué pasa, que la deuda en realidad no existe?
R: La verdad es que no. El dinero es una convención. Un árbol es real, el dinero es una convención. Los necios, cuando llega la crisis, están convencidos de que el dinero es real. Enrique IV fue considerado como el Buen Rey porque Francia estaba hundida por la deuda y la hizo desaparecer; a partir de ese momento vivieron 250 años de prosperidad, por quitarse la deuda; Atenas construyó toda su historia tras haberse librado de su deuda; el imperio norteamericano está enteramente construido sobra una quita, se quitaron la deuda de en medio cinco veces entre la guerra civil y 1929; la riqueza de Estados Unidos a lo largo del siglo XX está enteramente construida sobre el hecho de no haber pagado su deuda en 1929: tomaron dinero prestado en Europa, en los mercados, y con eso construyeron ferrocarriles, carreteras, rascacielos y tuvieron un colapso económico: quienes les dejaron dinero lo perdieron y ellos se quedaron con sus infraestructuras. Estados Unidos vivió cinco colapsos que al final le dejaron libre de su deuda y le permitieron convertirse en líder a partir de 1935.

Llevamos 30 años de abrumadora mediocridad intelectual”
John Ralston Saul es un hombre apasionado, un orador nato. No es un anticapitalista. Se declara partidario de muchos de los preceptos de Adam Smith, de la propiedad privada, del mercado, y también de los servicios públicos. Dice que el capitalismo va a continuar. Pero considera que la globalización ha hecho daño. Y señala algunos culpables en su libro. Cita a la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe: economistas, directivos, consultores y propagandistas, es decir, periodistas de economía: “Difundieron la idea de que el comercio libre, la globalización y la búsqueda del crecimiento eran el único camino a la prosperidad”, manifiesta.
El ensayista canadiense carga contra la llamada generación del informe. Sostiene que el mundo está en manos de economistas y empresarios de capacidades muy limitadas y que en muchos casos son “analfabetos funcionales”. Gente que solo contempla el corto plazo.
“Los historiadores económicos son los intelectuales; los macroeconómicos son los semiintelectuales que dieron forma a las ideas, y luego están las abejas trabajadoras, que trabajan en lo micro, que no piensan y solo hacen números. Se eliminó a los historiadores porque, una vez que tienes la verdad, no quieres que el pasado sea examinado. Promocionaron a los semiintelectuales a los altares. Y elevaron a los que solo hacen números”.
Dice que estamos en manos de estos últimos. Explica que el apogeo de la globalización se produjo a mediados de los noventa, años en que el comercio vivía días de máxima liberalización, los impuestos a las grandes fortunas se difuminaban, las privatizaciones y la desregulación campaban a sus anchas y la civilización occidental abrazaba la religión neoliberal y adoraba el mercado global.
P: Usted ya viene alertando desde hace tiempo contra la globalización…
R: Se veían signos de que la globalización estaba llegando a su fin desde 1995. La globalización se está derrumbando por los defectos que contenía desde el principio como programa ideológico-filosófico-social. Todavía estamos viviendo sus consecuencias: si España se rompe, si Grecia deja de ser una democracia, si en Canadá se producen problemas internos que la resquebrajan, todo ello, en gran parte, será un resultado de la globalización. Yo soy un gran admirador de Stiglitz y Krugman [en alusión a los dos reputados premios Nobel de Economía], pero son dos economistas, y no lo pueden evitar, se fijan en los detalles: habría que hacer esto, habría que hacer lo otro… Hacen bien, pero se les escapa la cuestión principal, la naturaleza de lo que está pasando, la naturaleza de la bestia llamada globalización.
P: Sostiene usted que la globalización se convirtió en religión, en dogma…
R: El Vaticano, en sus momentos de gran poder, era religión de modo marginal; más bien era una cuestión de política y de poder; con la globalización pasa algo similar: es algo económico, de modo marginal; es una cuestión de política y de control, de poder; es un modelo social, igual que la Iglesia católica lo fue o el imperio británico. Y se rompe porque como modelo social no funciona y siembra la catástrofe por el camino. En realidad, la globalización viene de un grupo de gente bastante marginal que tomó unas viejas ideas de mediados del siglo XIX pasadas de moda. Una de ellas era inglesa: el comercio libre, y la otra era el capitalismo de bucaneros, que se remonta a finales del XIX en Inglaterra y Estados Unidos. Unieron las dos cosas y dijeron: esta es una gran idea. Y no pensaron en las consecuencias de la unión de esas dos ideas. En la crisis de los años setenta estábamos con excedentes de producción, no se debía resolver el problema incrementando el comercio, porque ya había demasiados bienes. Es decir, la solución que encontraron para el problema era la contraria a lo que se necesitaba. Llevamos 30 años de abrumadora mediocridad intelectual, sin sentido de la historia, ni imaginación, ni creatividad, sin pensar qué estamos haciendo y adónde vamos: una gran banalidad con tremendos resultados.

sábado, 26 de enero de 2013

HISTORIA DE UN CAMINO A LA FELICIDAD.


Desde que el hombre está en este mundo ha intentado regular su vida en sociedad a través de normas. Unas veces estas normas se fundamentarían a través de cuestiones místicas, otras de fenómenos naturales y otras mediante la razón. Pero la verdad es que todo lo dispuesto para regular esta convivencia ha sido fruto de la creación de la mente del hombre, desde las normas de Derecho hasta la mismísima religión, sea la que sea.

Religión o Derecho siempre estuvieron ligados al Estado como herramientas de poder y control del pueblo, y aunque ambas fueron creadas con motivo de buscar el fin último de la existencia del hombre, la Felicidad, ambas fracasaron estrepitosamente.

Hubo una etapa de la historia, en la que un hombre llamado Jesús ideó un sistema político-filosófico revolucionario, el cristianismo. Su base ideológica fundamental para alcanzar la felicidad era el altruismo, la bondad y amar al prójimo más que a uno mismo. En su camino de construcción ideológica-filosófica, separó la búsqueda de la felicidad de las funciones propias del Poder (la convivencia), llegando incluso a manifestar: “dejad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Estas teorías trajeron no pocos problemas a aquellos que osaron buscar la felicidad a través de la práctica de las teorías de Jesús. Pero, aquellas personas alcanzaron la felicidad. Su principal tesoro era el prójimo, practicaban una vida espartana sin lujos, el altruismo fue su bandera y antepusieron su forma de vida al mismísimo Estado. Sus escasos medios económicos derivados de su vida espartana y altruista, unido a la creencia de que las cosas del César no tenían que ver con ellos, hizo que hasta dejaran de pagar impuestos al creer no necesitar a los gobernantes para alcanzar su fin último, la Felicidad.

Transcurrieron no pocos años de persecución y matanza por parte del imperio sobre aquellos que osaron profesar semejante doctrina, a pesar de que satisficiera el fin último de sus existencias. Estas personas se habían convertido en la lacra del sistema y lo peor es que, ante la imposibilidad de obtener la felicidad a través de los mecanismo del Estado, se unieron con los años muchos más. La situación ya era insostenible para el imperio. No podían ya con personas que hasta les daba igual morir en defensa de sus creencias, y entonces, se encendió la bombilla del imperio: “si no puedes con el enemigo, únete a él”. Pero hicieron mucho más que eso.

La simple teoría político-filosófica creada por un hombre culto, bondadoso y magnánimo se convirtió de la noche a la mañana en la herramienta más efectiva del imperio para controlar a las masas. Aquellos hombres que consiguieron la felicidad a través de su práctica, fueron despojados de la titularidad de su propia doctrina y afiliados a un Estado que no les daba lo que necesitaban. El cristianismo ya no sería más una práctica altruista, cuestión que tantos quebraderos de cabeza les trajo al imperio a consecuencia de la objeción de los antiguos cristianos a contribuir a la arcas. Tampoco sería una doctrina bondadosa ya que, su fin principal se convertiría en fortalecer al Imperio. Tampoco estaría ya dentro de las teorías de la nueva religión del Imperio amar al prójimo más que a uno mismo, estando incluso en peligro de muerte todo aquel que estuviera fuera de la línea de pensamiento del nuevo arma del Imperio.

En el año 380 d.C., con el Edicto de Tesalónica, la doctrina libre que iluminaría las líneas internas a seguir por las personas para encontrar la felicidad, la Religión Cristiana, pasó a ser la doctrina de un Imperio que sometería a las personas en beneficio de los intereses del Poder: la Religión Católica y Apostólica Romana. Las imágenes, cultos y fiestas paganas fueron adornadas con los aires de la nueva doctrina, dejando esta de ser lo que un día fue. La nueva doctrina ya no necesitaba a los hombres para existir, tenía autonomía y bienes propios, así como una jerarquía de notables que defenderían con uñas y dientes su nueva situación de privilegio. Acababa de nacer un monstruo al que llamarían Iglesia.

En la historia reciente, han existido maniobras más que cuestionables de la Iglesia Católica, Apostólica Romana en cuanto al altruismo. Para muestra el último cambio del Padre Nuestro en el que se recitaba: “…y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores…”. Ahora se lee así: “…y perdónanos nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden…”. Ante el temor del Estado de que en épocas de crisis a alguien se le ocurriera acogerse a la interpretación del padre nuestro para objetar de sus deudas, la Iglesia aceptó cambiar la letra de la oración, dando una muestra más de que el altruismo no es una característica que defina sus líneas doctrinales, haciendo, como siempre, lo que más le conviene al Estado, a usureros y a especuladores.

Y así, el pueblo llano volvió a ser engañado de nuevo.

La gente se mata entre sí por ideologías y creencias que no son lo que creen que son. El Poder manipula las ideas de la gente para su beneficio, incita a las guerras para tener enfrentados a todos, generan las crisis económicas, mientras ellos se benefician de esa situación. Todos somos seres humanos que, una vez despojados de las ideologías impuestas, somos iguales, sin distinción.

En definitiva, cuando empecemos a mirar por el prójimo tanto como lo hacemos por nosotros mismos, quizá empecemos a sentir la felicidad que alcanzaron aquellos valientes que vivieron antes del Edicto de Tesalónica.


Miguel Ángel Escobedo Cortés